“...La distancia puede causar nostalgia, pero nunca olvido..."
Era una tarde-noche de sábado, frío polar, los haces de las luces de la Navidad madrileña, entrelazándose entre si, hacían que la espera en la Plaza Mayor, se convirtiera en algo mágico, preludio de una noche que finalmente acabó siendo así, mágica.
Con vosotras, he vivido una velada muy acogedora. Escuchando vuestras historias aprendí que "saber ganar" en la vida no es lo mismo que "saber vivir". Aprendí que la vida, a veces, nos da una segunda oportunidad. Aprendí que vivir no es sólo recibir, también es dar. Aprendí que si buscas la felicidad, te ilusionas. Aprendí que siempre que decido algo con el corazón abierto, generalmente acierto, como ha sido el momento de ir a Madrid . Aprendí que cuando siento dolor, no necesito ser un dolor para los demás. Aprendí que diariamente necesito conectarme al Blog y escribir para alguien como vosotras...
Me he emocionado con vuestro toque humano, he sentido unas manos amigas, he recibido muchos abrazos afectuosos, me he emocionado simplemente con una palmada amistosa en la espalda… También he aprendido lo mucho que me queda por aprender.
De esta quedada quizás me olvide de todo lo que nos dijimos, tal vez olvidaré todo lo que hicimos, pero amigas, nunca olvidaré como me habéis tratado. Gracias
¡¡Todo correcto!!
A parte de la quedada, el resto del tiempo nos lo hemos pasado conociendo un poco más Madrid. La verdad es que la ciudad está preciosa decorada con las luces de Navidad, pero sigo pensando que a Madrid le sobra gente… Nunca me acostumbraré a las colas que se hacen allí para todo… sacar dinero cajero, tomar café, pagar en Fnac, ver los belenes, comprar lotería yyyyyyy las 2 horas que hemos tardado en entrar al Museo del Prado. Visitamos la exposición de Fábulas de Velázquez, así como la nueva ampliación. Poco más hemos visto, ya que dos días tampoco dan para más… y la experiencia de ir en AVE me ha molado un montón.