Nunca supe cómo se sentiría una persona fuerte, hasta que, para mí, ser fuerte se convirtió en la única opción que me quedaba. Ahora me siento fuerte, sin tener que ser de hierro porque lo único agradable que puedo decir sobre mis tres últimos años y medio es que sobreviví, por eso, en esto de la vida, ya no juego a ganar, sino a intentar no volver a equivocarme.