A partir de ahora, regalaré mi sonrisa a quién se la merezca, mi amor y amistad a quien lo valore y mi vida a quién me ame... ¡Qué os vayáis enterando, que no puedo ser la mujer de vuestra vida, porque ya soy la mujer de la mía!
Y hablando de sonrisas, le doy permiso a la mía para que cambie el mundo, pero al mundo, sí que no le doy permiso para que cambie mi sonrisa (Incluido Rajoy).
Y esta nueva actitud se debe a que una persona cambia por dos razones: o aprendió demasiado o ha sufrido lo suficiente y a ésto no le llaméis madurez, que madurar, maduran las frutas, ésto es aprendizaje, que aprender, sí es de personas.