Basta
con que el eco de la música
despierte
el silencio frío de los cristales;
basta
con que el roce de una caricia
pinte
de colores la caída de la tarde.
Basta
con una sonrisa,
con un gesto, con una palabra amable...
... y se hace la otra navidad,
la que llega de puntillas, la que no espera nadie.