“Las condiciones son extremadamente favorables”, los tipos de interés serán “más bajos”, “es un apoyo financiero que no tiene nada que ver con un rescate”, es “un ejercicio de transparencia”, “es bueno para la economía española y es bueno para el euro”, “ayudará a las familias y a las empresas”, “es el camino a la recuperación y al empleo”… Es, por resumir, tan cojonudo, tan estupendo y tan fantástico que, escuchando al ministro Luis De Guindos, no se entiende que no se haya pedido el rescate antes.
“Las noticias que traemos hoy son positivas”, dice Luis de Guindos ante la estupefacción de la sala de prensa, que pensaban que estaban ante el ministro del cuarto país de Europa en tener que solicitar un rescate y se encuentran con la celebración de una victoria. Tal vez por eso Mariano Rajoy, en su infinita modestia, ha preferido que sea su ministro de Economía quien se apunte el tanto. “No me he sentido presionado en lo más mínimo, en absoluto”, dice De Guindos de sus socios europeos, esos amigos que otorgan este generoso apoyo a nuestro amado líder, Mariano Rajoy. ¿Un rescate dulce? No, es mejor aún: es un aperitivo de las victorias que esperan a la Roja en la Eurocopa. ¡Viva el rescate! ¡Viva la virgen del Rocío!
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Pregunta un periodista: “Si según usted la sociedad no va a sufrir, ¿por qué no se ha pedido antes el rescate?”
Responde De Guindos: “A usted no le tocaba preguntar ahora.”